
No busco ser eterno en tu memoria,
ni tallar mi nombre en la corteza del tiempo,
pero lo sé, como intuye la noche
que al final vendrá el amanecer.
Cuando el silencio tenga mi voz,
cuando una risa ajena suene parecida,
cuando un chiste torpe te arranque una lágrima
que no sabrás de dónde viene.
Porque fui sin pretenderlo
una esquina de tu mundo,
una chispa en medio del gris,
la pausa entre tus batallas.
No todos los abrazos se recuerdan,
pero algunos se extrañan
como si el cuerpo supiera
lo que el alma aún no acepta.
Y aunque no me nombres,
aunque no lo digas en voz alta,
sé que un día, en medio del ruido o la calma,
sentirás que falta algo.
Y seré yo.
No como ausencia,
sino como esencia
que aún flota en el aire
cuando nadie la mira.
Explicación del poema:
“La Huella Invisible” reflexiona sobre el impacto silencioso que dejamos en la vida de quienes amamos. Inspirado en la idea de ser recordado no por grandezas, sino por pequeños gestos que un día se extrañan profundamente, el poema transita entre la aceptación de la distancia y la certeza de haber dejado una marca imborrable. Se construye desde la melancolía de la ausencia, pero fluye con la esperanza de que lo verdadero nunca se desvanece del todo. El lenguaje simbólico y el tono íntimo invitan al lector a conectar con su propia experiencia de pérdida, recuerdo y amor persistente.
Prompt para crear la imagen acorde con el poema:
“Un banco vacío bajo un árbol frondoso en un parque al atardecer. La luz dorada atraviesa las hojas, y sobre el banco, una bufanda olvidada se mueve con la brisa. A lo lejos, una figura difusa camina entre la niebla, como un recuerdo que se aleja. El ambiente transmite nostalgia, suavidad, y la sensación de que alguien importante estuvo allí y dejó una huella sutil pero imborrable.”