
Que la noche te abrace suave,
como el eco eterno de un susurro,
y la luna, vigía silente,
trace con su luz un sendero hasta tus sueños.
Te encomiendo al cielo infinito,
al brillo de estrellas que lloran dulzura,
a la brisa que canta sin voz
y te guarda en su manto sereno.
Desde lejos, mi amor viaja
en el murmullo de la oscuridad,
cruzando las sombras con esperanza,
llegando hasta ti con cada latido.
Que tus sueños sean refugio,
un rincón de ternura infinita,
donde mi alma te alcance
y la distancia se rompa en silencio.
Y cuando el amanecer despierte,
que el sol, celoso de la luna,
dibuje en tu piel el calor
de todo lo que aún quiero darte.