
Si mi alma fuese un paisaje,
sería un campo abierto,
donde el viento canta
y el sol besa la tierra sin prisa.
Sería el río que no se detiene,
que fluye entre raíces y piedras,
llevando en su corriente
historias de siglos y de sueños.
Sería el olivo que resiste,
firme en su quietud,
ofreciendo sus frutos
como un regalo eterno.
Sería el aroma de los naranjos,
dulce y fresco,
que llena el aire
de memorias y promesas.
Sería la guitarra que llora,
cuyas cuerdas vibran
con el eco de las calles,
donde el tiempo se detiene a escuchar.
Sería la luz que se filtra
entre los balcones antiguos,
iluminando secretos
que solo el corazón conoce.
Sería el mar que abraza,
salado y profundo,
que guarda en sus olas
el susurro de los que partieron.
Porque esta tierra no es solo un lugar,
es un latido, un suspiro,
una canción que llevo dentro,
y que canto con cada paso que doy.
Cuando me pregunten de dónde soy,
diré que soy de donde el alma nace,
de donde el amor no tiene fronteras,
y donde la vida se vive con los ojos cerrados,
para sentirla mejor.
Explicación del poema:
Este poema es una celebración de la identidad y la conexión profunda con la tierra que nos forma. A través de imágenes naturales y sensoriales, como el río, el olivo, el aroma de los naranjos y el sonido de la guitarra, se transmite un sentido de pertenencia y arraigo. El poema explora la idea de que nuestra esencia está ligada a un lugar, pero también va más allá, convirtiéndose en un reflejo de nuestras emociones y sueños. Entrelaza melancolía y esperanza, invitando a reflexionar sobre cómo nuestras raíces nos definen y nos dan fuerza para seguir adelante.
Prompt para crear la imagen en Copilot:
«Un paisaje andaluz al atardecer, con campos abiertos de olivos y naranjos en primer plano. Un río serpentea suavemente entre los árboles, reflejando los tonos dorados y rosados del cielo. En el fondo, una casa blanca con balcones llenos de flores y una guitarra apoyada en una silla de madera. El aire está lleno de luz cálida, y en el horizonte se ve el mar, con olas suaves que parecen susurrar. La atmósfera debe ser nostálgica pero llena de vida, con detalles que evoquen la conexión entre la tierra y el alma.»