
Habitamos dos cumbres de una misma montaña,
coronados de idéntica soberbia,
y un abismo de aire nos nombra.
Tu fortaleza mira mi ventana,
la mía aprende el pulso de tu puerta cerrada.
Y así la noche teje su telar oscuro,
con hilos de tu ausencia y de mi espera.
El frío de mi lecho pregunta por tu lumbre,
y sé que en tu vigilia arde mi hoguera.
Somos dos fuegos viéndose a lo lejos,
sin atreverse a ser un solo incendio.
La mano se detiene a medio vuelo,
una palabra muere en la garganta.
¿Quién cederá primero en este duelo
de quietud que nos nutre y nos quebranta?
Este orgullo es un trono de cristal helado
donde cada uno reina, terriblemente exiliado.
Pero a veces, en el filo del alba,
cuando la voluntad es frágil como escarcha,
siento un puente invisible que nos salva,
una vibración que pone el mundo en marcha.
Y sé que tú también la sientes,
esta certeza antigua que florece entre los dientes
de no rendirse nunca, pero de encontrarse siempre.
Explicación del Poema
«Los Monarcas del Silencio» es una exploración de la distancia emocional creada por el orgullo mutuo. El título establece la metáfora central: dos personas que son soberanas de sus propios dominios de silencio, reinando en una soledad autoimpuesta pero compartida.
El poema se construye sobre imágenes duales y simétricas para enfatizar la reciprocidad del sentimiento: dos cumbres, dos fortalezas, dos fuegos. No se habla de un amor no correspondido, sino de uno perfectamente reflejado pero paralizado por la inacción. La tensión no proviene de la duda, sino de la certeza del anhelo del otro, lo que hace el silencio aún más pesado y doloroso.
La atmósfera transita desde la desolación de la noche, que actúa como un «telar oscuro» tejiendo la ausencia, hacia la esperanza vibrante que trae el «filo del alba». En este umbral, el orgullo se vuelve frágil y una conexión más profunda e instintiva —el «puente invisible»— se hace palpable. El poema concluye no con una resolución, sino con la fe inquebrantable en esa conexión subyacente, una promesa de que, a pesar del duelo de voluntades, el encuentro es inevitable. Es un poema sobre la compleja danza entre la fortaleza y la vulnerabilidad, y la esperanza que persiste incluso en el más profundo de los silencios.
Prompt para la imagen
Una imagen onírica y evocadora en estilo de realismo mágico con toques de surrealismo. Dos siluetas andróginas, sin rostro definido, se encuentran en picos opuestos de una montaña rocosa, separadas por un profundo abismo oscuro. Un delicado pero brillante puente de luz dorada se extiende a través del abismo, conectando a las dos figuras. Este puente es la única fuente de luz intensa en la escena. El cielo es un tapiz de azul índigo profundo y estrellas tenues. En el horizonte, se vislumbra el primer resplandor del alba con tonos naranjas y rosados, sugiriendo una nueva esperanza. La atmósfera general es melancólica y solemne, pero el puente de luz y el amanecer inminente infunden un poderoso sentimiento de conexión y promesa.
