Entre montañas y cielos altos, te contemplo, en sueños, tocando tu amor, mi corazón se estremece. El río y el mar, fluyen como nuestra sangre, calor ardiente al cruzar la dorada puerta de tu corazón.
Esa puerta abierta, bienvenida para mí, soy feliz, aunque me sienta pequeño, mi corazón se llena de alegría y gozo, enseñándome que soy el mejor para ti.
Tú, mi abeja, y yo, tu miel, nos encontramos en un mundo de dulzura infinita, donde el amor nos envuelve, nos completa, en un abrazo eterno, de amor sin final.