Un canto eterno

En el jardín de tus palabras, encuentro el néctar que sacia mi alma. Tus versos, mi amor, son la melodía que resuena en mi corazón, un canto eterno que me envuelve en su calidez.

Abriste las puertas doradas de tu ser, y en ellas encontré un paraíso de felicidad y dicha. Cada gota de tu amor, como lluvia suave, pinta mi vida con los colores del arcoíris, transformando cada instante en un sueño vívido.

Cuando la sombra de la enfermedad se cierne sobre mí, tu amor se convierte en el bálsamo que alivia mi dolor, la medicina que cura mis heridas. Tu presencia, tanto en mis días como en mis noches, es la estrella que guía mis sueños, la brisa que acaricia mi ser.

Aunque no pueda volar, tus sentimientos me elevan más allá de los cielos. Aunque no pueda oler, tu esencia perfuma mi existencia. Eres el latido constante en mi pecho, la llama inextinguible que ilumina mi camino.

Cada día contigo es una nueva sinfonía, una danza eterna bajo la lluvia de tu amor. Te agradezco, mi amor, por cada palabra, por cada sentimiento. Eres la poesía que da vida a mi corazón.

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