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(El amor nace en un instante, en un aliento que lo dice todo sin palabras.)
Un suspiro leve en la brisa de otoño,
una ráfaga tibia, sin dueño ni prisa,
y ahí estabas tú, en el andén de la vida,
como si el aire tejiera tu risa.
No sé si fue el viento o el destino,
si el azar o un conjuro secreto,
pero el mundo contuvo el aliento
cuando el alma te reconoció en silencio.
El tren avanzó, el reloj no esperaba,
y mi piel aún guardaba el eco
de aquel primer suspiro robado,
susurro del alma, eterno y ligero.
Desde entonces, el aire que roza
mi rostro en las tardes calladas
lleva impreso el leve perfume
de aquel primer aliento que amaba.