
Vivía yo en un reino de calma aparente,
un jardín interior con flores durmientes.
No anhelaba el prodigio, no buscaba el torrente,
mas un íntimo espacio, un vacío latente,
esperaba sin nombre la luz de tu frente,
un temblor ancestral, un fuego incipiente.
Llegaste, y el color que mis ojos no vieron
de pronto en mis venas cual río se hicieron.
No fue estruendo de vientos, ni proclama febril,
sino el pulso del mundo volviéndose sutil,
un reconocimiento, un temblor juvenil
de un alma que encuentra su perdido atril,
la certeza callada de un pacto gentil.
Y este amor, manantial que en lo hondo aguardaba,
hoy fluye hacia ti, corriente desbordada.
Cada instante contigo es una perla hallada
en el fondo del tiempo, preciosa y sagrada.
Mi universo se expande con tu ser en la almohada,
una antigua promesa por fin revelada.
Aún tiembla en mi pecho la sombra del ayer,
el vestigio de un frío que creí no iba a ceder.
Esa vieja desolación, ese oscuro atardecer,
me recuerda el milagro de verte florecer
en el árido suelo de mi antiguo padecer.
Pero tu cercanía es conjuro, es poder.
Y así, en esta danza de luz y de duelo,
donde la antigua herida aún levanta su vuelo,
tu presencia es el ancla, mi más firme consuelo.
Vibra una certeza, un fulgor en el cielo
de mi ser renacido, que aparta el desvelo.
Este amor es mi puerto, mi raíz y mi anhelo,
la ofrenda sagrada que sin buscar, hoy te celo.
Pequeña Explicación del Poema:
«Santuario de tu Luz Inesperada» explora la transformación interior que ocurre con la llegada de un amor profundo e imprevisto. El «yo» poético habitaba en una existencia contenida, con emociones latentes («jardín interior con flores durmientes»), sin una búsqueda activa, pero con una predisposición subconsciente a este encuentro («esperaba sin nombre»).
La llegada del ser amado no es disruptiva, sino una revelación sutil y poderosa («el pulso del mundo volviéndose sutil»), un reconocimiento intuitivo y profundo. Este amor despierta una entrega total («manantial que en lo hondo aguardaba, hoy fluye hacia ti»).
El poema también aborda la complejidad emocional, donde la felicidad presente coexiste con el recuerdo de la desolación pasada («la sombra del ayer», «antigua herida»). Sin embargo, esta melancolía no disminuye la esperanza, sino que la intensifica, ya que la presencia del ser amado se convierte en un «ancla» y un «faro», transmutando el dolor en un «ser renacido». El título sugiere que este amor es un refugio sagrado («santuario») que ilumina («luz») de manera sorprendente («inesperada») la vida del hablante.
Prompt para crear la imagen acorde con el texto del poema resultante:
Una figura andrógina y etérea, de contornos suaves, se encuentra en el centro de un jardín interior que está en plena transformación. Inicialmente, algunas flores a su alrededor están cerradas o en tonos pálidos y melancólicos (lavandas, grises azulados), representando la «calma aparente» y el «vacío latente». Desde un punto fuera de cuadro, o emanando del propio ser amado (implícito, no visible), una luz cálida, dorada y suave (como un amanecer sutil) comienza a bañar la escena, haciendo que las flores más cercanas a la luz se abran vibrantes y llenas de color (rosas, naranjas suaves, dorados). La figura mira hacia esta luz o tiene una expresión de serena revelación, quizás con una mano sobre el corazón. La atmósfera debe ser onírica, simbólica, con un juego de luces y sombras que transmita la coexistencia de una melancolía residual y una esperanza vibrante y transformadora. Estilo pictórico con toques de realismo mágico o simbolismo.
