
Que la luna se haga amiga de tus sueños,
que su luz, suave y eterna,
acaricie tu rostro en silencio,
como yo desearía hacerlo,
si mis manos pudieran alcanzar
el rincón donde reposa tu alma.
La noche es vasto misterio,
pero en su silencio encuentro la promesa
de que, aunque distantes,
nos cuidamos mutuamente
como dos almas errantes
que se buscan sin cesar
en los laberintos del universo.
Y mientras el cielo guarda tus sueños,
en el reflejo de la luna veo mi deseo,
el suave anhelo de protegerte
en cada momento sin tiempo,
sin miedo,
sin fin.
Dulces sueños, amor mío,
que el viento te susurre mi amor
y cada estrella sea un beso robado
a la eternidad de este instante.
Aunque mis brazos no te rodeen,
mi amor te envuelve,
y el sueño de esta noche
es solo un preludio
de todas las noches que aún nos esperan,
caminando juntos,
sin prisa,
sin sombras.