Aurora en el alma

Te conozco, sombra errante,
susurro frío en la ventana,
sigilosa entre los ecos
de una risa que se apaga.

Me buscaste en la penumbra,
en los rincones de mi espalda,
quisiste hacer de mi pecho
un nido de sombras blancas.

Pero hay luz en mi latido,
un latir que no se quiebra,
una llama que se alza
cuando el alba la despierta.

Bailaré sobre tu huella,
descalzo sobre tu niebla,
porque la noche no es eterna
si el día aún me recuerda.

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