Corona de fuego

Reina de mis tierras,
de labios que incendian la noche,
te alzas como un astro
en la cúspide de mi sombra.

Tu voz es decreto en mi piel,
y en cada latido que gime tu nombre
se forjan tronos de ceniza,
piedras que arden bajo tus dedos.

Eres río que se alza,
marea que somete mi orilla,
bálsamo y tormenta
en el templo de mi delirio.

Aquí me rindo,
a la llama que enciendes,
a la danza que dicta tu pulso
cuando en mis ruinas proclamas tu reino.

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