
Déjame ser
quien recoja tus versos,
quien naufrague en tu mar
y se pierda en el ritmo
de tus olas que arden.
Déjame ser
el eco de tus deseos,
la brasa que aviva
tu fuego salvaje,
la tinta que danza
en tu piel palpitante.
Déjame ser
blanco de tu latido,
el cauce que abraza
tus jarras fervientes,
el nudo que une
la carne al delirio.
Déjame querer
ser espina y flor,
melodía que trepa
tu canal infinito,
el ascenso íntimo
de tus llamas al cielo.
Déjame caer
en tus adentros,
ser ave, ser viento,
ser alma encendida,
ser piel que anida
en tu universo ardoroso.
Déjame caer,
y contigo volar.