
Viaje sideral en tus palabras,
donde las piernas trazan órbitas
y la luna desborda su plata
sobre un cosmos de pieles encendidas.
Somos constelación al encuentro,
grados y paralelos que se abrazan
en un mapa secreto,
viviendo el clamor de raíces celestes,
habitantes de un tiempo sin relojes.
Entre dedos que son cometas,
nos rendimos a la gravedad del deseo,
anclándonos en mares púrpura
donde gaviotas furtivas
cantan el ocaso eterno
de un universo compartido.