Donde el café respira tu nombre

Hay una tristeza que se rompe
cuando el aroma del café despierta,
y tú estás allí,
como un rumor cálido en la mañana fría.

El tiempo no pesa igual
si tus ojos me encuentran
a través del humo
que danza entre las tazas.

Es mejor café para dos,
porque en su negrura descubro
la luz de tus palabras,
esa luz que suaviza
las aristas del día.

El silencio se torna melodía,
una sinfonía sutil de miradas
que llenan los vacíos,
que suturan las grietas
dejadas por la melancolía.

La desolación pierde su filo
si tus manos, tímidas pero ciertas,
se acercan a las mías,
y entre el roce y el café
el mundo se hace más humano.

Donde el café respira tu nombre,
el día comienza a tener sentido.
Porque en este instante fugaz,
bajo el vaivén de lo cotidiano,
tú y yo creamos un refugio
donde habita la esperanza.

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