
Hoy deseo envolver de ti el vaivén de las olas,
esas que rozan la orilla con caricias de espuma,
olvidar los susurros errantes del viento
y atraer la luz azul que el cielo derrama en mi sombra.
Quiero respirar las raíces de tus poemas,
que tus versos viertan su malva sobre mis ramas vencidas,
como un soplo de vida desbocado,
como un incendio dulce que me arrastra hacia ti.
En tu voz, el tiempo se disuelve,
se quiebra en ecos y se reescribe en pausas,
un canto que acaricia la desolación
y la transforma en esperanza, suspendida, frágil,
como el temblor de una estrella solitaria en el amanecer.
Tus palabras son puentes de luz y de niebla,
y en ellas camino, tambaleándome entre el deseo y la nostalgia.
¿Es amor este latido febril?
¿O acaso el sueño de un instante
que intenta aferrarse al aire,
como las manos al agua,
como el silencio al vacío?
Hoy solo sé que en ti respiro,
que en ti, la desolación encuentra consuelo,
y que en cada rincón donde me nombra tu voz,
la melancolía danza con la felicidad,
tejiendo promesas en el horizonte de mis noches.