
Me iré donde el viento me nombre,
donde el eco de tu voz
sea apenas un susurro
y la nostalgia no pese más que mis alas.
Subiré por la brisa incierta,
desdibujando el suelo,
desanudando sombras,
haciéndome parte del aire
que nunca supo de amarras.
No temas si no me ves partir,
porque el adiós no es un paso,
sino un temblor callado en la piel,
una ausencia que no pide permiso
y se instala en la mirada.
Pero si alguna vez me buscas,
mírame en el borde del horizonte,
donde el cielo y el mar
se abrazan sin miedo
y los pájaros nunca se preguntan
si su vuelo tiene regreso.
Explicación del poema:
Este poema explora el deseo de liberación y la inevitable melancolía del adiós. La partida aquí no es solo física, sino también emocional y simbólica, un desprendimiento que ocurre en el alma antes que en el cuerpo. Usa imágenes de viento, vuelo y horizonte para transmitir la idea de un amor que se transforma en ausencia, pero también en libertad.
Prompt para la imagen en Copilot:
«Crea una imagen de una figura solitaria en el borde de un acantilado, con el viento agitándole el cabello y la ropa. Su silueta está enmarcada por un cielo crepuscular donde el sol se funde con el mar en tonos dorados y azulados. A lo lejos, una bandada de aves cruza el horizonte, simbolizando la partida. La atmósfera debe transmitir una mezcla de melancolía y esperanza, como alguien que deja atrás el pasado pero abraza la inmensidad de lo que está por venir.»