
Desde que llegaste, amor,
mi vida es un poema sin final.
Cada verso lleva el eco de tu sonrisa,
cada rima descansa en la profundidad de tu mirar.
Tus ojos, faroles en mi noche desierta,
guían mi barca hacia la calma incierta.
Tu risa, cascada de estrellas,
rompe el silencio y florece en mi alma.
¿Cómo no rendirme al hechizo
de tu voz, que danza en mi ser?
Si en tus abrazos hallé el paraíso,
y en tu amor, la razón de volver.
Eres la melodía que el viento arrastra,
la luz que destierra mi soledad.
Eres el refugio donde mi sombra descansa,
el hogar que mi corazón llama eternidad.
Así, cada día te amo más,
como el río busca su mar infinito.
Eres mi felicidad suspendida en el tiempo,
mi poesía, mi sueño bendito.