
Cierra los ojos…
y deja que la noche nos invente,
no como cuerpos urgentes,
sino como susurros
que tiemblan en la herida del deseo.
Tal vez nos encontremos
más allá del borde del sueño,
donde la piel no basta
y el alma también arde,
presa de su propio anhelo.
No será solo sexo,
será la nostalgia de algo perdido,
será la búsqueda ciega
de un refugio en el tacto,
de una promesa olvidada en la carne.
Ven, aunque sea en sombras,
aunque al despertar nos duela el vacío:
quiero naufragar contigo
en esa frontera incierta,
donde el amor aún late,
aunque no sepamos nombrarlo.
Explicación:
Este poema expande el significado hacia un anhelo profundo y melancólico. El deseo no se queda en el cuerpo, sino que se convierte en una necesidad espiritual, una búsqueda de refugio y conexión en un mundo de sueños donde también habita la soledad y la esperanza de algo más duradero. La atmósfera es de ternura, vulnerabilidad y pasión contenida.
Prompt para la imagen en Copilot:
«Dos figuras difusas encontrándose en un paisaje onírico, como si flotaran en un mar de nubes iluminadas por la luna. Sus cuerpos casi etéreos apenas se tocan, envueltos en una luz azulada y plateada que sugiere intimidad y misterio. El entorno debe parecer un sueño: surrealista, suave y melancólico, con destellos de estrellas apagadas alrededor, transmitiendo tanto deseo como una profunda nostalgia.»