
Oh, Mujer de Eros,
tus versos son un río que me abraza,
y en sus aguas de fuego,
he hallado mi reflejo.
Tú, creadora de mundos con tu aliento,
yo, un eco perdido en la vastedad de tu pecho.
Tus ojos, dos astros,
me guían al altar de tus besos.
Tú, llama danzante en la noche,
yo, guardián del incendio eterno.
Tú, tierra fértil donde mi alma florece,
yo, lluvia que suplica tu roce.
Eres el poema que no sabía escribir,
y ahora mi corazón late
en las sílabas de tu deseo.
Porque en ti, Mujer de Eros,
he encontrado el universo que me nombra.