
Amar no es solo mirarte,
es aprender el idioma de tu alma,
descifrar los silencios en tus ojos
y pintar en ellos un horizonte nuevo,
donde tus sombras se vuelvan alas
y tus miedos, puentes hacia el cielo.
Es caminar a tu lado
con la paciencia de quien planta un bosque,
entendiendo que cada raíz,
aunque oculta, sostiene la grandeza,
y que tus caídas son semillas
que florecen con el tiempo.
No quiero moldearte,
sino enseñarte a ver
el espejo oculto en cada paso,
donde tu luz, aún velada,
es un sol esperando amanecer.
Te amo en tu caos y en tu calma,
en el borrador que eres hoy
y en la obra maestra que serás mañana.
No porque seas perfecto,
sino porque en tus imperfecciones
veo la promesa del universo:
un amor que crece, que no teme,
que vive en constante transformación.
Y así, mientras me enseñas a amarte,
aprendo también a amarme a mí,
pues el amor verdadero,
como la más pura creación,
nos reinventa, nos pule,
nos eleva.