
A las palabras sin alma,
se les desvanecen las letras,
como si el viento las tomara
y las dejara caer al suelo,
una por una,
como hojas secas que ya no pueden sostener el peso del tiempo.
He hablado tanto de ti,
y mis palabras se han hecho ecos
que no encuentran respuesta en el abismo de tus ojos.
Mi boca grita un amor que se desvanece
en la neblina del olvido,
pero mi corazón sigue palpitando,
luchando contra la quietud,
como una llama que se resiste a apagarse
en la tormenta de la noche.
Y en este vacío,
donde las palabras se desploman sin fuerza,
mi alma te busca,
te busca como un río que sueña con el mar,
con la esperanza,
aunque tenue,
de que tal vez,
algún día,
las letras olvidadas encuentren su camino
hacia el eco de tus labios.