El Arte de la Entrega

No es solo el roce,
ni la urgencia desbocada del deseo.
Es la danza que se esculpe en la piel,
el fuego que se enciende sin prisa,
la espera que convierte el anhelo en rito.

Cada caricia es un verso que no se pronuncia,
una historia escrita en la lengua del tacto.
Exploro tu geografía con mis labios,
descifro el lenguaje oculto en tu aliento,
y en el eco de cada suspiro
me pierdo, me encuentro, me ofrezco.

No hay prisa en este abismo compartido,
solo el hambre de habitarte,
de aprender la cadencia de tu cuerpo
hasta que el deseo nos nombre,
y el tiempo deje de existir.

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