En la penumbra tranquila de mi ser,
donde el mundo calla y todo se vuelve latido,
te encuentro siempre, como un sol eterno,
tu sonrisa dibujando caminos
que llevan a la promesa del mañana.
Eres un reflejo en el pozo profundo de mi alma,
un rostro que ilumina incluso la oscuridad,
la chispa que enciende las estaciones
y hace florecer lo que creía marchito.
En cada amanecer, busco tus huellas
en la textura delicada del tiempo,
como si el universo entero conspirara
para tejerte en cada rincón de mi vida.
Si el amor es eterno,
que mi eternidad sea verte sonreír.
Que la risa en tus ojos sea mi refugio,
y el eco de tu alegría,
la melodía que me acompañe hasta el final.
Te amo, no como quien ama lo perfecto,
sino como quien encuentra en lo más simple
un milagro que nunca deja de asombrar.
Eres el sueño que me despierta,
el destino que elijo a cada paso,
mi siempre, mi ahora, mi siempre jamás.