El instante que nos encontró

No llegaste antes,
cuando el tiempo era solo un suspiro
y yo no sabía lo que era esperar.
No llegaste después,
cuando las heridas del camino
podrían haber cerrado mis puertas.
Llegaste justo a tiempo,
en el momento preciso
en que mi alma estaba lista
para reconocer la luz en tus ojos,
para sentir el eco de tu risa
como una melodía que ya conocía.

Eres el sol que no solo ilumina,
sino que calma,
que derrite las sombras
y convierte el frío en calor.
Eres el fuego que no quema,
sino que abraza,
que enciende mi corazón
sin dejar cenizas,
solo brasas que nunca se apagan.

No quiero que esta llama se extinga,
no quiero que el viento la disperse.
Quiero que arda con la fuerza
de quien sabe que ha encontrado
algo que no se repite,
algo que no se olvida.
Quiero que vibre,
que crezca,
que ilumine cada rincón
de este mundo que a veces parece
tan oscuro, tan frío, tan distante.

Porque contigo he aprendido
que el amor no es un accidente,
sino un encuentro,
un instante que nos encontró
y nos unió en un abrazo
que no necesita explicaciones.
Contigo he descubierto
que el tiempo no es un enemigo,
sino un aliado,
un cómplice que nos trajo
justo al lugar donde debíamos estar.

Así que no apaguemos esta llama,
no dejemos que se convierta
en un recuerdo lejano.
Hagámosla vibrar,
hagámosla arder,
hagámosla eterna.
Porque tú y yo somos más
que un momento en el tiempo,
somos el instante que lo cambió todo,
el fuego que nunca se apaga,
el amor que nunca se olvida.

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