
No sé si fue el azar o la brisa errante,
pero en un segundo sin preámbulos
apareciste,
como si el tiempo hubiese esperado este momento
para darle sentido a la espera.
No pregunté quién eras,
pero supe que llevabas en los ojos
la certeza de quien da sin reservas,
como si el amor no fuera un trueque
sino un incendio que arde sin motivo.
Te vi moverte entre sombras y luces,
con la inquietud de quien nunca se detiene,
con la rebelión de quien no acepta
un mundo que no abrace su causa.
No pedí tu nombre,
pero lo supe en la forma en que el viento
parecía pronunciarlo entre susurros,
como si la noche misma supiera
que en tu piel se esconde
la verdad de lo esencial.
No sé si fuiste destino o casualidad,
pero si el universo te trajo aquí,
será porque aún nos queda un poema
por escribir en la arena.
Explicación del poema:
Este poema explora el misterio del encuentro entre dos almas, capturando la magia de los momentos fortuitos que cambian nuestras vidas. Se inspira en la esencia del texto original sin derivar de él, enfocándose en la fascinación por alguien que irrumpe en la cotidianidad con una energía transformadora. La figura amada es libre, intensa, inalcanzable en su totalidad, pero deja una marca imborrable. El poema mantiene un equilibrio entre melancolía y esperanza, sugiriendo que cada encuentro, sea efímero o eterno, tiene un propósito en nuestra historia.
Prompt para la imagen en Copilot:
«Crea una imagen de dos personas en una playa al atardecer, con el viento jugando con su cabello y la luz dorada reflejada en sus rostros. Uno de ellos mira al otro con asombro y fascinación, mientras el otro parece moverse con la ligereza de alguien que pertenece al mundo entero. El cielo tiene nubes teñidas de rosa y naranja, y en la arena se esbozan palabras medio borradas por el viento. La escena transmite un aura de misterio, encuentro y destino.»