El lenguaje secreto de los colores

Cuando pienso en ti, el mundo cambia de tono,
las sombras no son solo ausencia,
sino matices de azul profundo
que me enseñan a amar la penumbra.
Tu risa dibuja en el aire
arcos de luz que no puedo tocar,
pero que acarician mi alma
como una lluvia cálida al caer.

Eres el rojo del deseo contenido,
el dorado de un amanecer
que nunca deja de prometer.
Eres el gris sereno de la ceniza
que guarda la memoria del fuego,
el verde que crece entre las grietas
de un corazón que alguna vez fue ruina.

Hay días en que la melancolía
parece extender su manto,
y aún así, tus ojos
son la chispa que incendia la esperanza,
el lienzo donde mis sueños desbordan,
inmóviles y en constante movimiento.

Si alguna vez desaparecieras,
sé que el mundo quedaría deslavado,
una acuarela olvidada bajo la lluvia,
un horizonte sin el carmesí de las despedidas
ni el zafiro brillante de los reencuentros.
Pero incluso entonces,
tu eco viviría en el aire,
dibujando colores en las almas
de quienes aún creen en lo invisible.

Amarte es descubrir
que las cosas no tienen forma fija,
que el amor no se pinta con certezas
sino con infinitas variaciones de lo posible.
Es saber que hasta en la desolación
puedo encontrar un atisbo de belleza,
porque en tu ausencia
el mundo se llena de preguntas
que solo tú puedes contestar.

Deja que te pinte con mi voz
en cada rincón de este lienzo llamado tiempo.
Deja que el lenguaje secreto
de los colores que creamos juntos
se deslice por nuestras vidas
como una melodía sin final.

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