
No anhelo la pompa de mundos ajenos,
ni el brillo fugaz de promesas vanas.
Mi universo reside en los lazos serenos,
en la tibia certeza de nuestras dos lanas.
Qué dulce refugio la noche pausada,
dos almas desnudas de prisa y temor,
la risa que fluye, la historia pausada,
y el roce que enciende un latente calor.
Qué hermoso despojarnos de máscaras viejas,
liberar el deseo que enciende la sien,
mirarnos al alma sin miedos ni quejas,
sabiendo que el instante nos pertenece, amén.
Qué mágico el baile de sombras lunares
dibujando senderos sobre la extensión
de nuestra epidermis, buscando altares,
donde el gozo florece sin inhibición.
Escuchar el ritmo que el pulso desvela,
sentir la marea que asciende y nos baña,
ser eco y origen de cada espuela
que desata el placer en su dulce maraña.
Qué paz infinita dormirnos unidos,
detener el instante en un abrazo fiel,
soñar los futuros que juntos han sido,
y despertar sabiendo que el sueño es de miel.
Qué bello empezar cada aurora contigo,
con besos que borran la noche anterior,
fundirnos en juegos, mi eterno testigo,
y construir un mañana de puro fulgor.
No pido la luna ni estrellas distantes,
mi eden se construye en tu ser cercano,
en la vida sencilla, los gestos constantes,
un amor que florece despacio y lozano.
Explicación del Poema:
Este poema celebra la belleza de la intimidad compartida en la cotidianidad. La voz poética encuentra el amor no en la grandiosidad, sino en los momentos sencillos y profundos de conexión. Se explora el deseo como una fuerza que se libera en la confianza mutua, despojándose de inhibiciones.
Las imágenes de la «noche pausada», las «dos lanas» y el «refugio» evocan una sensación de comodidad y seguridad en la presencia del otro. El poema transita desde la anticipación del encuentro íntimo hasta la paz del descanso compartido y la promesa de un nuevo comienzo. Se utiliza la metáfora del cuerpo como un «mapa» y un «santuario» donde el placer y la conexión se exploran sin reservas. A pesar de un trasfondo de melancolía inherente a la vulnerabilidad del amor, la esperanza de una vida compartida llena de pequeños gestos de afecto prevalece.
Prompt para la Imagen:
«Crea una imagen íntima y evocadora que capture la atmósfera del poema ‘El Santuario de la Piel Compartida’. Visualiza una escena tenue y suavemente iluminada, quizás por la luz de la luna o una lámpara cálida, donde dos figuras humanas estén abrazadas o muy cerca, sin mostrar detalles explícitos. Enfócate en la conexión táctil y la sensación de refugio y comodidad. Utiliza texturas suaves y colores cálidos y terrosos para transmitir la intimidad y la calidez del momento. Incorpora elementos que sugieran la cotidianidad y la sencillez del amor, como una manta suave o la silueta de un espacio acogedor en segundo plano. La composición debe transmitir una sensación de paz, seguridad y el profundo deseo de cercanía.»