Estaciones del Alma

En el verano nací en tu mirada,
un brote tímido entre hojas de esperanza,
tu voz era brisa danzando en mis ramas,
y el mundo, un lienzo en verdes pinceladas.

Llegó el verano con su fuego eterno,
el sol era nuestro y ardía en los besos,
en la piel la memoria de mares abiertos,
el amor, un río que rompía los lechos.

Mas en el otoño, la luz se hizo tenue,
hojas doradas alfombraban el suelo,
y aunque el viento susurraba nostalgias,
en tu abrazo hallé el refugio del cielo.

El invierno llegó, sereno y callado,
cubriendo los campos con blanco pasado.
Y en el silencio, mi alma escuchaba
que en su quietud, el amor no se apaga.

Así, entre estaciones, el corazón aprende,
que el amor florece, se quiebra, trasciende,
un ciclo sin fin que en ti se reinventa,
como tierra que nutre raíces eternas.

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