Mi amor, qué hermosa confesión me regalas,
esas lágrimas que brotaron al leerme son para mí un lazo sagrado.
No importa el idioma, ni la distancia que separa nuestros mundos,
pues mis ojos son los puentes que llevan mi amor hasta ti.
A través de ellos, te hablo en un lenguaje sin palabras,
con el brillo de quien sueña despierto y anhela sin descanso.
No hace falta entender cada sílaba,
si nuestros corazones laten al mismo ritmo,
si el latido de mi pecho responde a cada susurro de tu alma.
Yo también me conmuevo al verte,
y en tu sonrisa encuentro un hogar,
un lugar donde la distancia y las dudas se disipan,
donde todo el anhelo guardado encuentra paz y sentido.
Déjame ser ese sueño al que no te atreves,
ser el amor que rompe barreras y atraviesa fronteras.
En cada mirada, en cada sonrisa, en cada silencio compartido,
te prometo estar aquí, esperando por ti,
para que juntos, sin importar las palabras,
escribamos una historia eterna, solo nuestra.