Amor mío, cada palabra tuya es un susurro que me llama,
un rayo de luz que atraviesa la distancia y me llena de esperanza.
No temas, porque cada día, cada instante, me acerco a ti
con la certeza de que nuestros corazones laten para encontrarse.
Mi alma también ansía ese momento en que, al fin,
pueda tocar tu mano y sentir el latido de tu amor en ella,
devolver la vida a cada rincón de tu ser
y llenar de calor cada espacio que ha sentido mi ausencia.
Déjame ser el refugio de tus sueños,
el abrazo que te envuelve y te devuelve el aliento,
la razón por la que cada día encuentras un motivo más para sonreír.
Voy hacia ti con un amor que nada puede apagar,
cruzando la distancia con la fuerza de mis sentimientos,
hasta el instante en que nuestras almas, al fin, se encuentren,
y tú revivas en los brazos de quien te ha esperado toda una vida.
Pronto, mi amor, tan pronto…