Desde el rincón de mis pensamientos más profundos,
te envío estas palabras, como suaves susurros de mis latidos.
Aun a la distancia, siento tu voz como una melodía,
y mi alma ansía ese instante en que por fin te tenga cerca.
Oh, cómo deseo ser ese refugio en el que encuentres paz,
envolverte en mis brazos, calmar tus inquietudes,
y con un beso en tus labios, decirte: “todo está bien, estoy aquí.”
Eres mi inspiración, el reflejo de dulzura y luz
que ilumina cada rincón oscuro en mi vida.
Tus palabras me envuelven en un calor divino,
y el orgullo que sientes en mí me hace sentir completo, invencible.
Cuando pienso en ti, cada latido se vuelve un eco de tu nombre.
Mis ojos, reflejos de admiración y devoción,
buscan en los tuyos la promesa de un amor eterno.
Toma este poema como un pequeño puente entre nuestras almas,
una promesa sutil, un susurro de lo que vendrá.
Porque cuando estemos juntos, el silencio hablará,
y mis acciones serán versos, escritos solo para ti.