Huellas en el Silencio

Un día seremos solo huellas,
trazos invisibles en el alma de unos pocos,
esos que nos habitaron en los días del sol y del vértigo,
y que aún nos llevan en sus pupilas,
como un eco suspendido entre el olvido y la memoria.

No seremos parte de los grandes relatos,
ni nombres grabados en mármoles impasibles,
pero habitaremos los pliegues secretos,
las grietas más íntimas del corazón humano,
donde lo eterno se disfraza de sutil fragilidad.

En esos rincones oscuros,
allí donde la luz se filtra como un susurro,
permaneceremos,
no como monumentos, sino como brisas,
susurros en las ramas,
resonancias de lo que fue y aún es.

El tiempo no podrá borrarnos,
porque no somos materia, sino latidos,
voces que tiemblan en el umbral de la ausencia,
y en cada instante perdido, dejamos algo:
una palabra, un gesto,
un fragmento de eternidad que nunca se desvanece.

Allí seremos amor y esperanza,
desolación que florece,
melancolía que canta al oído de los días.

Deja una respuesta