La Danza del Tiempo
En el susurro del viento hallé un eco, un murmullo antiguo de hojas caídas, cual lágrimas del bosque en otoño, que cuentan secretos de vidas vividas.
El río serpentea, espejo fugaz, reflejo del cielo, del alma y su paz, caricias de brisa en las aguas danzantes, una melodía de instantes errantes.
En el alba dorada, despierta el rocío, joyas efímeras de un manto divino, cada gota un universo, un sueño, desvaneciéndose en un abrazo eterno.
La luna, vigía de noches sin fin, pálida testigo de amores secretos, susurra a los mares y estrellas dormidas, historias de antaño, de besos y vuelos.
En el corazón del bosque, el sol declina, colores de fuego en un último abrazo, pinceladas de vida en el lienzo del día, que se apagan suaves, en un cálido ocaso.
Las flores susurran en un lenguaje arcano, cantan a la vida y a su breve esplendor, pétalos que caen como sueños truncados, alfombra silente del ciclo mayor.
Oh, tiempo, escultor de momentos, artesano de instantes que se escapan, en tu danza eterna hallamos sentido, en la efímera belleza, hallamos la calma.
Y en el espejo del alma, donde todo se funde, un reflejo de mundos que laten y arden, la poesía nace, como estrella en la noche, un faro que guía, un suspiro que comparte.
Así, con el viento, con el río y la luna, con el sol que se apaga y la flor que renace, tejemos palabras, tejemos canciones, somos hilos del tiempo, en susurros de sueños.