
Hubo un tiempo en que busqué mi reflejo
en los ojos de los demás,
en sus palabras, en sus silencios,
en sus aplausos y sus rechazos.
Cada mirada era un espejo,
cada opinión, un juicio,
y yo, perdida en el laberinto,
olvidé quién era sin ellos.
Pero un día, el espejo se quebró,
y en los fragmentos vi mi rostro,
no el que otros habían dibujado,
sino el que siempre estuvo ahí.
Aprendí a decir no
sin temor a desmoronarme,
a celebrar mis victorias
sin esperar testigos.
Aprendí a mirarme
con los ojos del amor,
a abrazar mis grietas
y ver en ellas mi luz.
Ahora, cuando me preguntan
qué ha cambiado en mí,
sonrío y respondo:
He dejado de buscar mi valor afuera
y lo he encontrado dentro.
Y desde entonces,
brillo con una luz propia,
una luz que no depende del sol,
sino de la llama que nace en mí.
Explicación del poema:
Este poema explora el viaje de autodescubrimiento y autoaceptación, un tema universal que resuena con personas de cualquier género o edad. A través de imágenes como el espejo quebrado y la luz propia, se transmite la lucha por encontrar el valor interno en un mundo que a menudo nos condiciona a buscar validación externa. El poema entrelaza melancolía y esperanza, celebrando la liberación que viene con la autenticidad y la confianza en uno mismo. Es una invitación a reflexionar sobre cómo nos vemos y cómo permitimos que los demás nos definan.
Prompt para crear la imagen en Copilot:
«Una persona de pie en el centro, rodeada de pedazos de un espejo roto. La figura emite una luz cálida desde su interior, mientras el fondo es oscuro y sombrío. Algunos fragmentos del espejo reflejan destellos de luz dorada. La escena transmite melancolía y esperanza, con un equilibrio entre tonos fríos (azules y grises) y cálidos (dorados y amarillos).»