La Última Llama

32 –

(Cuando el fuego aún brilla, pero el frío ya se insinúa.)

Aún arde la noche entre nuestros labios,
pero el alba nos encuentra en silencio.
Tu piel sigue siendo la hoguera
donde mis manos buscan calor,
aunque en la brisa de tu aliento
ya soplen vientos de distancia.

Nos miramos a través del resplandor,
sombras danzando en paredes cansadas,
y aunque el deseo aún nos sostiene,
algo invisible nos empuja al borde.

Tu voz se apaga en la penumbra,
mis dedos buscan lo que fuimos,
pero el tiempo, como un ladrón de espejos,
se lleva la imagen intacta del ayer.

Nos amamos una vez más,
con la rabia de quien sabe
que quizás sea la última.

El fuego resiste, pero su lecho es ceniza.

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