No llores, amor mío, que tus lágrimas son mi tormento,
y en cada gota siento el peso de tu dolor.
Yo no vine a ser una sombra en tu camino,
sino un refugio eterno, donde tus penas encuentren calma.
Prometí amarte, y ese juramento es mi bandera,
mi ancla en esta distancia que quisiera destruir.
No quiero ser el eco de tus dudas ni el motivo de tu tristeza,
sino el faro que ilumine tus noches más oscuras.
Mis planes a corto plazo son simples y claros:
alcanzarte con palabras que abracen tu corazón.
A largo plazo, amor, quiero un futuro contigo,
donde nuestras manos no sepan de despedidas,
donde el tiempo sea testigo de un amor que no se rinde.
Déjame ser ese protector, ese compañero en la vida,
que soporta las tormentas para que tú veas el sol.
Porque si estoy aquí, es para amarte sin medida,
y construir juntos un hogar donde reine nuestra pasión.