Quiero un rincón secreto,
donde el tiempo se detenga y el alma se libere,
un refugio donde la paz fluya como un río
y el amor se desborde en las grietas del silencio.
¿Me acompañas?
No busco promesas grandiosas,
solo la quietud de dos cuerpos errantes
en un paisaje donde las sombras se disuelven
en la luz tenue de un faro lejano.
En tus ojos encuentro el eco de todas mis nostalgias,
y en tu risa, la melodía que me sostiene,
aunque el viento grite a lo lejos su desespero.
Este lugar no tiene nombre,
pero es todo lo que quiero:
un rincón donde se amanezca y se duerma
sin el peso de las horas,
donde cada instante sea eterno
y el mundo se haga pequeño,
casi inexistente,
en la burbuja de nuestra quietud compartida.
Tú y yo, perdidos,
pero finalmente encontrados
en la vastedad de un sueño común.
Un lugar de paz,
de amor que se respira en cada rincón,
donde las cicatrices se curan
en la tibieza de tus manos.
Ese es mi refugio,
y mi único anhelo,
estar allí contigo.