Versos que nunca cesan

Cuando los versos se disuelven en el aire,
y el eco de mis palabras se pierde en el viento,
la vida, como una mano invisible,
continúa su escritura sobre mi piel.
Cada línea un suspiro,
cada palabra, una sombra
que danza en la penumbra de mis días.

He amado en los rincones más solitarios,
donde el tiempo parece detenerse
y la luna se convierte en un testigo mudo
de nuestras promesas no dichas.
Y aún así, en la quietud de la espera,
algo palpita entre mis venas,
un fuego tenue que nunca se apaga.

Amar es perderse, y en ese abismo,
descubrir que no hay final,
que la noche se estira en el horizonte,
pero siempre amanece.

Cuando la pena se enreda en mi pecho,
como un susurro lejano,
sé que la vida sigue,
y mis versos se alzan de nuevo,
como un faro perdido entre las olas,
buscando el puerto que tú habitas.

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