No busco amores envueltos en celofán,
ni cuentos que terminan justo donde empieza la vida.
Quiero ese amor que sabe a tierra mojada,
que cruje en los inviernos
y aún así florece en su silencio.
He aprendido que el alma no se entrega
en las líneas rectas ni en los días sin lluvia.
Se entrega cuando tiembla,
cuando duele,
cuando se atreve a seguir latiendo
aunque le falte el aire.
No me importa si llegas roto,
si tus palabras tartamudean verdad
entre los escombros de lo que fuiste.
Ven con tu sombra, con tu historia
con todo lo que no sabes aún nombrar.
Abracémonos sin defensas,
con la fe salvaje de los que caen
y aún así eligen quedarse.
Amémonos no porque sea fácil,
sino porque es real.
Y si nuestras manos tiemblan,
que sea por lo que sentimos,
no por lo que tememos perder.
Explicación del poema:
Con las manos temblorosas es una declaración de amor auténtico, imperfecto y profundamente humano. Es un poema que rechaza las versiones idealizadas del amor y abraza la vulnerabilidad, las cicatrices y las dudas como partes esenciales del vínculo verdadero. Su atmósfera mezcla melancolía por lo que el amor no es, desolación por lo que cuesta sostenerlo, y una esperanza vibrante que se manifiesta en el deseo de compartir incluso lo más frágil. Es una invitación a amar desde lo real, sin máscaras ni certezas.
Prompt para imagen inspirada en el poema:
Dos figuras andróginas sentadas una frente a la otra en medio de un paisaje otoñal, con hojas cayendo suavemente a su alrededor. Ambas extienden sus manos temblorosas, tocándose apenas con los dedos. Sus siluetas están desgastadas como si se hubieran formado con pinceladas inestables, pero de sus pechos emergen hilos dorados que se entrelazan en el aire. El cielo es nublado pero atravesado por un rayo tenue de luz cálida. Todo el entorno sugiere fragilidad y conexión real. Estilo artístico poético, tonos tierra y dorado suave, atmósfera íntima y emocional.