
Pensé que el amor era un farol apagado
en la calle donde mi alma se perdía,
una ausencia que sabía pronunciar mi nombre
mejor que cualquier boca que me haya amado.
Te juro, no buscaba milagros.
Solo silencio.
Solo sobrevivir la noche sin romperme
en los fragmentos de un recuerdo.
Pero llegaste tú—
como la lluvia que no pide permiso
y moja las grietas que el sol olvidó.
No te soñé,
no te esperé…
y sin embargo, entraste en mí
como si mi pecho hubiera sido
tu casa de siempre.
Aún con cicatrices abiertas,
me enseñaste a tocar sin miedo,
a besar sin huir,
a creer que perder no es el final,
sino un umbral por donde también llega la luz.
Hoy sé
que la vida arranca con la misma fuerza
con que también entrega.
Y tú,
que no fuiste promesa ni plan,
te volviste el regalo sin nombre
que hace que todo lo que dolió…
valga.
Explicación del poema:
Donde la Pérdida Florece es un poema sobre la redención emocional que puede surgir después de una pérdida profunda. El hablante, marcado por el vacío y la desilusión, encuentra sin buscarlo una presencia nueva y sanadora. La obra reflexiona sobre cómo la vida puede ser tan cruel como generosa, y cómo a veces, lo más valioso llega cuando ya no esperamos nada. El lenguaje está cargado de simbolismo —la lluvia, la grieta, la luz— y busca transmitir ese momento mágico en que alguien irrumpe en nuestra oscuridad y la transforma, sin borrar el pasado, sino dándole un nuevo sentido.
Prompt para crear la imagen:
A poetic and symbolic digital painting showing a figure standing alone in a rain-soaked, empty street at twilight, with soft golden light breaking through heavy clouds. From a crack in the pavement, a glowing flower blooms. In the distance, a second figure approaches, bathed in gentle light. The atmosphere blends sorrow and unexpected hope, using muted blues and greys with hints of warm gold. Painterly, emotional, with a touch of surreal magic.