Las Llaves del Viento

Hay un lugar donde el tiempo no existe,
donde las horas son pájaros que no migran,
donde tus manos, como llaves,
abren las puertas que el viento olvida.

Te he buscado en los pliegues de la noche,
en los rincones donde la luz se desangra,
en los espejos que devuelven mi rostro,
pero nunca tu reflejo, nunca tu alma.

Y sin embargo, estás aquí,
en la savia que sube por mis venas,
en la raíz que sostiene mis días,
en la palabra que no digo, pero sueño.

El amor no es un lugar, es un viaje,
un barco que zarpa sin mapa ni estrella,
una brújula que solo sabe de ausencias,
y un puerto que nunca se alcanza.

Hemos cambiado, es cierto,
como cambian las nubes en el cielo,
pero en tu mirada hay un río quieto,
un remanso donde el tiempo es eterno.

No sé si somos dos o uno,
si somos fuego, ceniza o humo,
solo sé que en tu silencio encuentro
la melodía que mi corazón entiende.

Y aunque la vida nos deshoje,
aunque el invierno nos cubra de nieve,
en cada grieta, en cada grieta,
crecerá la flor que juntos sembramos.

Porque el amor no es lo que perdimos,
sino lo que guardamos en la memoria,
lo que nos une cuando todo se ha ido,
y lo que nos salva cuando todo es sombra.

Así, en este poema que te ofrezco,
en cada verso que tiembla y que canta,
te nombro sin nombrarte, te creo,
y en tu eco, mi alma se levanta.

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